VER PARA CREER...
Lo que coloca a los seres humanos después de los cerdos en la prioridad de elección de alimentos, es el hecho de no tener dinero ni dueño”.
Las personas nos denominamos humanos, es decir, estamos por encima de los animales, poseemos la capacidad de razonar y hablar, totalmente imposible para el género animal. Analizamos situaciones, tomamos decisiones y acarreamos las consecuencias de nuestros actos, ¿pero también se denomina persona a aquella que se alimenta de lo que no se considera adecuado para los animales?
De que nos vale poseer un telencéfalo altamente desarrollado y un pulgar oponible que nos diferencia y aventaja de cualquier animal, si vidas humanas están en juego y dependen de la alimentación de seres vivos de los cuales nos alimentamos. ¡Qué clase de sociedad permite que niños en formación y pleno crecimiento, mujeres y hombres trabajadores y honrados deban sentirse afortunados por tener algo que llevarse a la boca que ha sido desechado por aquellos que cuidan de cerdos!
Hablamos y presumimos de libertad, de ser libres para actuar, pensar o expresar, los cerdos no son libres, a menudo son maltratados y explotados, miles de ciudadanos se alimentan a diario de ellos, y deciden que llevarse a la boca antes que un humano, incluso sin pensarlo, ya que carecen de esa posibilidad.
“Libre, es el estado de aquel que tiene libertad”, ¿el precio de ser libre es morirme de hambre? Ver como es más preocupante para aquel que tiene dinero que sus propiedades estén bien alimentadas, de productos sanos y rechazar aquello que no es válido para un cerdo y dárselo a un niño provocándole seguramente numerosas infecciones y enfermedades.
El dinero nos pudre por dentro, hasta tal punto que cambiamos vidas humanas por beneficios. Vivimos en libertad restringida por la riqueza, asfixiados con los gastos, por no llegar a fin de mes, porque tu hijo este año no podrá irse de intercambio a mejorar su inglés… Cuando no somos conscientes que mientras discutimos las posibilidades económicas de este mes mientras cenamos, hay quien reza porque ese tomate rojo que ha visto escondido debajo de un examen de historia, no sea devorado ni aplastado por una pezuña. Porque esta noche pueda tener algo en el estómago aunque esté podrido.
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