Acaba de entrar Alba, mi sobrina de nueve años y me ha preguntado, ¿qué haces mirando una foto de una silla?
No he sabido que responder, por lo que le he pedido que me echara un cable: "A ver Albi, ¿qué ves aquí?"
Me ha mirado con la misma cara que me miró el día que le dije que no conocía el nombre de las famosas y horrendas, para mi gusto, muñecas " Monster High" : "Pues eso, una silla"
Con esa aportación, poco iba a avanzar en mi intento de análisis de la obra, pero como siempre, los niños y su lucidez, nunca fallan: "Además tiene sombra, mira porque eso verde de ahí abajo es la sombra de la silla, ¿no? porque tienen la misma forma.
Me sentí como un dibujo animado, cuando se le enciende una bombillita acompañado de un "Tliiin" (Oh, what a wonderfull idea) o algo así.. : "¿Una sombra Alba?"
Pegó un salto para sentarse en mis rodillas y ponerse a jugar con mis pulseras, a la vez que plantaba sus dedos post-gusanitos llenos de migas aun en la pantalla del ordenador, : "Que sí, que es como si le colgara de las patas, que están pegadas, es como jugar a pisarlas".
El juego de las sombras, era uno de sus favoritos. Jugábamos en las tardes de verano, cuando volvíamos del parque y el Sol golpeaba nuestras espaldas. El juego consistía en pisar la sombra de tu adversaria sin que ella pisara la tuya, quien fuera pisado mas veces, gana. (Siempre me tocaba a mi comprar los gusanitos del día siguiente afrontando mi derrota)
Debe ser que la silla no consiguió crear en ella una gran curiosidad y tan ágil como subió, bajó de un salto al suelo y se fue hacia el salón, apurando del dedo pulgar las últimas migas de gusanito que aun perduraban en él.
SOMBRAS.. ESTOS NIÑOS QUE COSAS TIENEN.
La silla y la sombra. La sombra y la silla. Lo de arriba y lo de abajo. Lo marrón viejo y roto y lo verde floreciente y alegre. Lo alto y lo alargado. Lo que está siempre, y lo variable que puede ser lo que le rodea; más corto, mas alargado, hacia la derecha, hacia la izquierda.. incluso una muy pequeña parte del tiempo puede no haber.
Una silla: algo que sirve para sentarse, para descansar.. Pero no es sentarse en el suelo que está frío y húmedo, es sentarse arriba, por encima de su sombra. Porque el suelo no crea sombra, no hay nada por debajo de eso. Esto es mi sociedad.
Los que viven arriba, gozan del privilegio de mirar por encima del hombro a los que están abajo, de pisarles y escupirles sin sentir ningún reparo. ¿Acaso cuando pisamos una sombra sentimos culpabilidad? ¿Lástima? NO. Eso es lo que hacen los que están ahí arriba, sentados fumándose un puro mientras los de abajo inhalamos el humo que expiran ahogándonos cada vez mas por sus caprichos, por su egoísmo, por la nula empatía hacia lo que llaman su pueblo..
Pero son marrones, el marrón es el color del podrido, del descuidado, como una manzana cuando la dejas al aire un buen rato o cuando dejas las lentejas al fuego más de la cuenta, la olla adquiere un color marrón ennegrecido que no hay quien le devuelva su color original, eso son ellos. Gozan de privilegios, caprichos que les costeamos cada uno de los que formamos su sombra, pero finalmente están fracturados, crean un agujero por el que caen, aunque aun es muy pequeño comparado con el tamaño del poder que tienen, por ahí acabarán cayendo, la presión de esa sombra debe hacerles caer, crear tal tamaño de ese agujero, que se coma cada parte de lo de arriba, hasta que finalmente no quede silla. No quede sombra.
Nosotros, somos verdes. Somos esperanza, progreso,persistencia, resistencia, valor, paciencia, lucha... Somos lo que a pesar de lo que tenemos encima, relucimos. Vivimos a la sombra de los que nos controlan, quitándonos cada vez más lo que nos pertenece y haciendo día tras día nuestra sombra más larga, como si los días de verano volviendo del parque, cuando el sol golpea nuestras espaldas y nuestra sombra es mas larga que nunca, no terminaran jamás.
Vivimos a la sombra de quien nos pisa y nos ensucia y siempre gana millones y millones de gusanitos, y no comparte. Debemos luchar porque el Sol siempre esté justo encima de nuestras cabezas eliminando así cualquier posibilidad de sombra, donde nadie esté por encima de nadie, nadie abuse de nadie, nadie engañe a nadie. Ese lugar donde el juego de las sombras no exista, donde Alba pueda jugar en los columpios con sus amigas mientras su madre observa sin pensar en como agradecerme que día tras día de mis vacaciones me haga cargo de ella, ya que no puede permitirse una canguro. Hacerle ver a mi sobrina, que no se puede ganar engañando a los demás y abusando de ellos, que hay que compartir y ayudar a quienes nos necesitan, que el juego de las sombras es cansado para el que siempre pierde y que ella misma vea, que hay miles de juegos que no requieren que nos apretemos el cinturón.
Es domingo, Alba se ha terminado los gusanitos de ayer. Hace Sol, nos vamos al parque.
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